miércoles

Sueño de Magog

Una vez MAGOG soño el fin de la guerra.
En las ruinas de un castillo en llamas, al atardecer, decapitado el último enemigo, la espada ya ociosa para siempre, era un peso muerto, inútil, sin sentido. El cansancio era infinito y el sol enrojecía el mundo.
A MAGOG no le gustó ese sueño. A GOG, en cambio, sí. MAGOG pensaba demasiado y, en opinión de GOG, creía demasiado en lo que pensaba. "Harías bien en pensar cosas prácticas, suelen ser igual de complejas pero pasan más desapercibidas. Desde lo más sencillo, como mantener afiladas las espadas, hasta lo más difícil, como elegir un caballo"
"Un buen samurai", decia GOG, "tiene siempre que estar bien rodeado. Sus instrumentos tienen que estar siempre dispuestos, sus ayudantes, siempre a mano, leales."
El tema de los ayudantes era para GOG una materia infinita en su sutileza. Siempre decía: "así como nosotros hemos perdido con pesar, a nuestros amos y solo respetamos el bushido (la doctrina) y al emperador, no debemos hacer sentir a otros que no estamos ahí para ellos. Los soldados jóvenes, meros campesinos muchos de ellos, deben saber que consideramos importante su formación. Dedicar por día unas horas al entrenamiento de los inexpertos, es fundamental, porque la fortaleza de un guerrero, es solo igual al de todo su ejercito."

GOG y MAGOG también sabían que los ejércitos a veces pierden las guerras, a pesar del valor y la lealtad de sus guerreros. Que muchas veces los generales tienen disputas personales, ambiciones y traiciones que no se condicen con la belleza impersonal de la doctrina...

Sin importar con lo que soñara, MAGOG tenía claro que la guerra no termina nunca.

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